Sujeto, aprendizaje y filosofar


Por no tener la posibilidad de considerar algo distinto damos por supuesto algo fundamental, a saber, nosotros mismos. No hemos de olvidar nunca que quien filosofa es el hombre. Por más obvio que resulte decirlo, y mucho más ponerlo por escrito, el hombre es el principio y fin de toda acción humana, y siendo el filosofar una acción humana, es el hombre quien hace filosofía, es él quien intenta comprender, indaga en la realidad, analiza y busca, construye y recrea. No cualquier ser sino el hombre en sus facetas de homo quaerens, homo ludens y homo dicens

En nuestro tiempo, más que en cualquier otro, se hace claramente evidente que el ser humano es el punto central de toda reflexión, no solo en el sentido de sujeto de reflexión sino también de objeto de estudio, siendo comprendido como ser-en-relación-con. Como consecuencia de esto las cosas que lo rodean, su mundo, son entendidas como aquello que es-en-relación-con-el-hombre siendo siempre el ser humano el axis mundi. De allí que el punto de partida y de llegada de toda reflexión, comprensión y expresión sea no la relación en sí misma o el lenguaje con entidad propia sino el hombre-en-relación-mediada-por-el-lenguaje-con. Dicho de otra manera, el hombre-y-lo-otro, sabiendo que lo otro no sería si no fuera para el hombre ya que somos nosotros los que estamos dándole existencia. 

Ahora bien, si el hombre es el que hace filosofía, que juega con el pensamiento, ¿cómo es que comenzamos a jugar? ¿Nos enseñaron en algún momento a reflexionar filosóficamente, a relacionarnos con el mundo por medio del lenguaje? ¿Cómo aprendemos a filosofar? ¿Es necesario aprender? Juguemos nosotros ahora y tratemos de dar algunos intentos de respuesta a estas preguntas.

Digamos primeramente que creemos que no nos enseñaron a reflexionar filosóficamente sino que fuimos aprendiendo por diversas razones, quizás la más importante sea la supervivencia, a relacionarnos con el mundo de una manera inquisitiva, es decir, filosófica. En el comienzo tratamos de amoldar el mundo-distinto a nuestro-mundo, a uno que se adecuara a nuestros sentidos, por decirlo de alguna manera, para no ser presas de un abismo insondable, el de lo absoluto, radical y extrañamente otro. Entonces, volviendo a la pregunta original, no es posible enseñar al hombre...
...a filosofar porque es algo propio de él. Lo que sí es posible es enseñarle al hombre a filosofar de una manera determinada, encausando y forzando su pensamiento, por intereses ajenos a la comprensión y expresión de lo comprendido, a detenerse, algo para nosotros profundamente despreciable.

El aprendizaje del juego de filosofar es algo tan natural como aprender a hablar. Por lo tanto, sí es necesario aprender a reflexionar filosóficamente. Antes que el niño diga sus primeras palabras articuladas con algún significado coherente, es decir, que exista alguna relación entre lo que quiere, lo que quiere decir y lo que dice, intenta comunicarse con aquellos que ya poseen esta habilidad o arte a través de sonidos y gestos. La manera en que el niño se va haciendo de las palabras y los significados es a través de la escucha, en primer lugar, y luego del juego con las palabras, la repetición constante y algunas veces hasta el cansancio de ciertos términos que les resultan atractivos por su sonoridad, su ritmo y su cadencia. Luego intercambian y juegan con las palabras logrando, algunas veces, el significado y aquello que quieren alcanzar. En este juego de estructuras, términos y  sonidos móviles se van ejercitando en el uso de las palabras y en el arte casi mágico de la comunicación. Van asociando combinaciones con deseos obtenidos y van aprendiendo a optimizar dicho proceso sin comprenderlo en absoluto, y es por esto que es mágico. La magia está en poder comunicar algo por medio del lenguaje y que el otro entienda, más o menos y a grandes rasgos, que es lo que se quiso transmitir. Es por medio del milagro de la comunicación, del intercambio de sonidos, términos y estructuras que se van formando las reglas del juego, la gramática. 

De la misma manera que se aprende a hablar, se ingresa en el juego del filosofar. Al principio se profieren sonidos inconexos y gestos toscos en un intento de expresar aquello que se intuye pero que no se comprende en toda su profundidad. Después, gracias a la repetición, en una primera instancia, y luego al juego e intercambio de ideas, doctrinas y pareceres se va logrando alcanzar una comprensión propia del mundo y se va ingresando en el verdadero mundo de la filosofía, el camino del filosofar, el de la búsqueda propia y no la repetición de lo ajeno, en la pregunta particular y en el intento de una respuesta hecha a la medida. La madurez de la filosofía no se encuentra en la heteronomía de lo establecido, institucionalizado e impuesto sin más, sino en la autonomía del pensamiento propio, en el juego del filosofar, es decir, en la búsqueda y expresión de respuestas peculiares a las propias inquietudes, siendo la filosofía movimiento y no estatismo. El desafío está en vencer la ilusión de comodidad impuesta o autoimpuesta para comenzar a andar, a jugar el juego de la filosofía que no es otro que el juego del hombre mismo. 

Comentarios

  1. Muy buen artículo, la filosofía es lo mejor del ser humano ya que pensar (pocos son los que piensan) es un privilegio para entender el mundo, para generar ideas y progreso.

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  2. Gracias por tu lectura y comentario. Es una realidad que hoy en día el pensar es un privilegio. De allí que tengamos la responsabilidad de compartir lo que pensamos. Saludos.

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  3. para mi la filosofía es= a calidad de vida si se piensa con la capacidad de razonar

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