Filósofos Antiguos I - Presocráticos (segunda parte)

LOS PITAGÓRICOS.

Nos trasladamos entonces desde Asia menor, donde había nacido la filosofía de la mano de Tales de Mileto, hacia el sur de la península itálica. En la búsqueda de un primer principio ordenador que les permitiera comprender la realidad, los pitagóricos buscaron dicho principio en las matemáticas. Surgen a partir de la figura histórica de Pitágoras (s. VI). Más  que una escuela filosófica fue una secta religiosa compuesta de filósofos, músicos, matemáticos y astrónomos, que buscaban la perfección moral del individuo. Ahora bien, la filosofía pitagórica tiene un claro interés cosmológico. De allí que consideraran que todas las cosas son básicamente números o encuentran su fundamento en los números.

El número para los pitagóricos es el principio de todas las cosas, su fundamento; lo numérico da cuenta, a su vez, de la armonía del mundo, es por esto que el pitagorismo agrupaba a músicos y astrónomos. El número es el principio del ser y de la inteligibilidad de la realidad. No es abstracción de cantidad sino proporción, relación, expresión de la armonía que constituye cada cosa y de la relación armónica de toda la realidad.

Los números pueden dividirse en pares-impares y en finitos-infinitos. Para estos pensadores todo debía de contar con esta pareja de contrarios: par-infinito-múltiple (ilimitado); impar-finito-uno (limitado). Lo Uno no es el número uno sino la unidad suprema, divina. Lo limitado y lo ilimitado son los primeros principios de los que constan los números y todas las cosas. Estos contrarios se encuentran...
...en el seno mismo de la realidad, es decir, todo está compuesto por un elemento limitado y por otro ilimitado. Lo ilimitado es asociado a la imperfección, a lo irracional e ininteligible ya que es imposible de comprender racional y completamente por el hombre.

Las cosas estando compuestas por elementos opuestos aparecen como una composición armónica. La armonía unifica las oposiciones presentes en el interior de la cosa. Por lo tanto el mundo es orden, es limitado,  y puede ser reducido a relaciones numéricas, a leyes racionales.

En el principio está la Unidad, lo divino, origen de todas las cosas. Luego la Díada, el desdoblamiento de la unidad, el origen de las parejas, el dualismo interno de todos los seres. En tercer lugar, la Tríada, los tres niveles del cosmos: celeste, terrestre e infernal. Y finalmente en cuarto lugar, el Cuaternario, los cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua, y con ellos la multiplicidad del mundo físico. La suma de estos cuatro elementos (1+2+3+4) da como resultado 10, la Tetraktys, el número más sagrado y perfecto para los pitagóricos por simbolizar la totalidad ordenada del cosmos.

En su vertiente más religiosa, los pitagóricos creían en la inmortalidad y en la transmigración de las almas. La transmigración de las almas hace referencia al paso del alma de un cuerpo a otro, en otras palabras, reencarnación de las almas. Para los pitagóricos el hombre es un compuesto de cuerpo y alma. Una vez que el hombre moría el alma vagaba por el mundo buscando un cuerpo en el que encarnarse. Queda evidente entonces su concepción negativa del cuerpo, fuente de todo lo malo y corruptible que hay en el hombre, y su consideración del alma como la “parte” perfecta del hombre, origen de lo bueno, lo puro y lo racional.


HERÁCLITO. (ca. s. V a.C.)

Filósofo jonio originario de Éfeso, Asia menor. No ha quedado mucho de los escritos de este pensador y lo que se conserva fue recogido en una obra titulada: “Sobre la naturaleza”. Para Heráclito el fundamento de todo lo real está en el movilismo, es decir en la movilidad continua de todas las cosas. En el cambio, en el fluir, en la transformación constante. Para esto eligió como símbolo al fuego. Del fuego proceden todas las cosas permaneciendo en ellas como sustrato y fundamento inalterable. 

La novedad de Heráclito con respecto a la búsqueda del arkhé de los milesios, Tales, Anaximandro y Anaxímenes, está en que esta movilidad se corresponde con un dinamismo esencial de todo lo real.  Lo único que permanece para Heráclito va a ser el devenir. El devenir será entonces la esencia y realidad de todas las cosas, por esto que todo sea cambio y que el cambio, el movimiento, sea el principio de comprensión de todo lo real.

Todo cambia de acuerdo a una oposición de contrarios ya que en el origen de las cosas se encuentra la contradicción y el movimiento. Pero este movimiento no es caótico sino antes bien armónico, regido por lo que este filósofo dio en llamar logos (razón, palabra). El logos es la ley universal que todo lo gobierna e implica el conocimiento de la verdad. En la armonía de los opuestos, en la oposición permanente de los contrarios, está el fundamento de la estabilidad y realidad de las cosas. Y es ésta armonía la que limita el cambio.

La unidad es la síntesis de los contrarios, es la armonización de la multiplicidad en unidad. La síntesis de los contrarios reúne y unifica la realidad, la multiplicidad. Por lo tanto todo es Uno y la armonía es divina, dios.

Ahora bien, el alma para Heráclito está compuesta por fuego. Mientras más caliente y más seca esté más sabia será. El alma es la parte infinita e inmortal del hombre. Con lo cual surge como problema para este pensador la cuestión del alma individual y del panteísmo. Si todo es movimiento armónico, divino, qué es el hombre.

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